Tradiciones

  • Tradiciones
  • La Procesión

La Procesión

La procesión de San Fermín se celebra la mañana del día 7 de julio, por las calles adyacentes a la Catedral y a la iglesia de San Lorenzo. En los últimos treinta años se ha convertido en un acto popular y cada vez más multitudinario, en el que convergen los principales protagonistas de la fiesta. La figura del Santo sale a la calle arropada del cariño y devoción de la gente que, junto con los maceros, gigantes, cofradías, jotas, danzaris y autoridades de gala honran a San Fermín en una mañana llena de fervor popular. El culto a San Fermín es un sentimiento bastante arraigado entre los pamploneses que surge mucho antes de la celebración de los Sanfermines. Sin embargo, su presencia se deja notar en todos y cada uno de sus actos, desde la invocación al santo momentos antes de cada encierro, pasando por los gritos de chupinazo o los lamentos del “Pobre de mí”. Es una tradición que se transmite de padres a hijos y través de las vivencias compartidas de esta fiesta universal

Según la tradición, el senador romano Firmo y su familia se convirtieron al cristianismo por la influencia del presbítero Honesto, que realizó su labor evangélica en la Pamplona romana del siglo III. Su hijo Fermín, fue bautizado por San Saturnino en lo que hoy se conoce como el "pocico de San Cernin". Más tarde fue ordenado sacerdote en Toulouse, en Francia. Aunque años después regresó a Pamplona ya como obispo, terminó sus días en Amiens, donde consiguió convertir a más de 3.000 personas, tras ser encarcelado y decapitado un 25 de septiembre. San Fermín es junto a San Francisco Javier patrón de Navarra, además de patrón de la diócesis de Pamplona y de las cofradías de boteros, vinateros y panaderos.

El día siguiente al Chupinazo, las autoridades, el clero, representantes de los distintos gremios y cofradías de la ciudad y fieles se visten con sus mejores galas y trajes tradicionales para sacar a San Fermín en procesión. Es la ocasión de vestir las mejores ropas para asistir a este acto religioso, siempre de blanco la camisa, falda o pantalón, combinadas con la faja y pañuelo rojos y las alpargatas con cintas también rojas. Los concejales sustituyeron los trajes de golilla y chambergo, en el siglo XIX por el frac y chistera, corbata de lazo y guantes blancos, cadena sobre el chaleco y medalla con el escudo de la ciudad. Para las concejalas se ha diseñado una vestimenta parecida a los atuendos tradicionales de los valles navarros de Roncal, Salazar y Aézcoa, que consiste en una falda larga a pliegues, negra de seda natural, blusa color manteca de cuello alto, también plisada y encañonada en cuello, con chorreras, un corpiño negro de manga larga con una cenefa bordada de flores, conjuntado con un mantón de seda negro.

Durante la mañana, la solemnidad del desfile se verá interrumpida por las espontáneas muestras de devoción de coros y rondallas, además del sonido del chistu o de una sentida jota. Para un pamplonés es un acto imprescindible y, desde luego, para los visitantes es una cita obligada para conocer la fiesta en toda su dimensión. Es un acto donde, a diferencia de otros acontecimientos, no se producen aglomeraciones y cualquier lugar es bueno para apreciarla. Aunque es recomendable acudir con bastante antelación para conseguir buenos sitios en la calle para disfrutar del acto.

La procesión da comienzo minutos antes de las diez de la mañana cuando la Corporación del Ayuntamiento acude a la Catedral, escoltada por clarineros, timbaleros, maceros, escolta, txistularis, gaiteros, comparsa de gigantes y cabezudos y La Pamplonesa (banda municipal de Pamplona), además de los cabildos parroquiales con sus cruces, la comunidad de Capuchinos y las cofradías. Una vez dentro la comitiva recoge al Cabildo de la Catedral, en un ritual que les encamina por las calles Navarrería, Mercaderes, plaza Consistorial, Bolserías y Mayor hacia la iglesia de San Lorenzo. Es aquí donde se celebra una misa solemne y se recoge al santo en su capilla para sacarlo en procesión. San Fermín llevado por una extensa comitiva recorrerá las calles de la Taconera, Rincón de la Aduana, San Antón, Zapatería, plaza Consistorial, San Saturnino y Mayor. Desde donde sigue el recorrido por las calles Mayor y San Antón, plaza del Consejo, calle San Saturnino y vuelta a la calle Mayor, para volver a la iglesia de San Lorenzo donde se deposita la imagen de nuevo en su altar. A continuación se canta una misa solemne, tras la que el cabildo regresa a la Catedral y la Corporación al Ayuntamiento cerca ya de las dos de la tarde.

A lo largo de la mañana se producen situaciones de gran emoción, el más conocido es el llamado el momentico. Tiene lugar al finalizar la misa en la iglesia de San Lorenzo, cuando las autoridades civiles y eclesiásticas se dirigen hacia la Catedral, en ese instante los gigantes danzan en el atrio acompañados de la gaita y del txistu, de fondo replica la campana María, se escucha “El asombro de Damasco” interpretado por La Pamplonesa. La procesión cuenta también con otros instantes emotivos, el primero de ellos se produce cuando, al paso por la calle de San Antón 47, la comitiva se detiene para escuchar una jota que se canta en honor a San Fermín. En la calle Zapatería, a la altura de la plaza del Consejo, la procesión hace un alto y en silencio escucha la canción “Glorioso San Fermín, venimos a cantarte, mayores y chavales…” que la coral Santiago de la Chantrea le dedica desde 1977, es el primer “momentico”. Momentos después, dos niños depositan rosas en la peana del santo al llegar al “pocico de San Cernin” y los txistularis interpretan el Agur jaunak. Veinte minutos antes del medio día, en la calle Mayor 20 se entona una Jota desde Napardi, justo antes de la entrada a la capilla de San Lorenzo. Hacía las 14,45 los dantzaris del Ayuntamiento despiden el acto bailando en la Plaza Consistorial.

La comitiva de la procesión la encabeza la Comparsa de Gigantes y Cabezudos, seguidos de la Cruz de San Lorenzo y la Cruz Arzobispal, a continuación los gremios históricos de carpintería y labradores, la Hermandad de la Pasión y la Congregación Mariana, detrás los clarineros y timbaleros, la bandera de la ciudad, dantzaris y txistularis municipales. Tras de ellos, el Portador y la Imagen del Santo, seguida del Cabildo catedralicio, arzobispo de Pamplona, de los maceros y cerrando la comitiva la Corporación Municipal, con el alcalde, libreas, Policía Municipal y escoltas de gala. Por último, la banda municipal La Pamplonesa cierra el desfile.

El busto de San Fermín que se pasea en esta ocasión es una talla de madera de finales del siglo XV, revestida en plata en 1687. En el pecho porta un relicario, también de plata. La escultura se asienta en una rica peana labrada en plata que data del año 1746.

En cuanto a los orígenes de este acto religioso, se sabe que ya en 1386 se celebraba la procesión en honor de San Fermín, pues fue entonces cuando el Rey de Navarra Carlos II recuperó una reliquia del santo que se encontraba en Amiens, y la depositó en a la iglesia de San Lorenzo. Aunque el culto está documentado desde el siglo XII, cuando era obispo de Pamplona Pedro de Artaxona. En Amiens, la ciudad donde murió martirizado, la devoción a su figura aparece en sus letanías desde el siglo VIII. En cuanto a la fecha, en un principio, el santo salía en procesión el 10 de octubre, fecha en la que se conmemoraba su llegada a Amiens. Es a partir de 1591, cuando se traslada el culto al 7 de julio para evitar los fríos otoñales. De esta manera, la fiesta religiosa coincidía con las Ferias en su honor que se celebraban entre San Pedro y el 18 de Julio.