El Encierro

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Peligros

Uno  de los aspectos principales del encierro pamplonés es su peligrosidad intrínseca. El hecho de correr con los toros que por tarde serán lidiados en la plaza por los matadores implica un enorme riesgo potencial. Desde 1924, cuando se documenta el primer fallecido de la historia del encierro, han sido 14 los mozos que han muerto en la carrera pamplonesa –doce de ellos por cornadas y los otros dos por golpes o aplastamiento-.
Esta estadística nos demuestra como correr delante de los toros entraña un peligro innegable, ya que las muertes se han producido en todos los tramos de la carrera (2 en Santo Domingo, 2 en la Plaza del Ayuntamiento, 1 en Mercaderes, 1 en Estafeta, 4 en al zona de Telefónica-callejón y otros 4 en el ruedo). Sin embargo, en aras de la verdad, es necesario apuntar que en plena carrera se está, paradójicamente, más “seguro” que parado a los lados, ya que once de esos fallecidos estaban parados o caídos.

Pero al margen de los casos luctuosos, en el encierro se producen muchos heridos. Se puede calcular que uno de cada 70 participantes en la carrera termina con heridas leves, que no requieren hospitalización –contusiones, erosiones, esguinces, etc-; uno de cada 800 recibe golpes y traumatismos serios –sobre todo en la cabeza- que implican su traslado a los hospitales; uno de cada 2.500 corredores resulta corneado, y uno de cada 100.000 muere.

No obstante, y para desmitificar la leyenda negra que pende sobre el encierro, hay que señalar que el 95% de los heridos son de carácter muy leve y, además, en el 90% de los casos esas heridas se producen entre los propios corredores, sin que hayan intervenido en las mismas los toros o los cabestros.

Que ponerse delante de seis toros de lidia y ocho cabestros lanzados a la carrera en una calle abarrotada de gente es peligroso huelga decirlo, pero también es preciso señalar que los resultados en cuanto a muertos y heridos que arroja esta carrera pamplonesa son muy inferiores a lo que la lógica dictaría. Para ello no hay más que pensar que en los últimos 100 años han pasado por Pamplona 5.000 toros bravos, que han estado 50 horas corriendo por las calles de la ciudad, que han cubierto una distancia de 650 kilómetros sumando todos los encierros celebrados y que han estado rodeados de más de un millón de personas. Con estos datos, el balance de heridos y muertos en la carrera resulta objetivamente muy bajo.